La obra de Vicky Neumann convive entre la armonía y el caos, la construcción y la destrucción. Cuando la artista empezaba esta serie, la catástrofe a la que se quería dedicar era exclusivamente a la ambiental y fue cuando llegó la pandemia con todas sus consecuencias. Neumann ha trabajado siempre a partir de fotografías donde expande los límites de la pintura y se apropia del espacio, creando una atmósfera que hace fluir los sentidos y genera una experiencia pictórica muy emotiva. En su obra no hay una intención documental porque las imágenes son, en sí mismas, trozos de una historia. La manera como procede Neumann es atípica y no obedece ninguna norma, se centra en su propio mundo, imbuida por sus preocupaciones, cargada de imágenes que estructuran la obra. Sus personajes están más allá de la satisfacción o del drama, inmersos en un espacio cuyo tiempo es un presente perenne, interrumpidos por trazos viscerales y expresivos. Su obra se ha caracterizado por la fuerza de la imagen, la rebeldía de su trazo y la relación de ésta con el espacio y la superposición de imágenes. En su último periodo se destaca el uso del collage, desechos y bordados.