Andres Arzuaga
Bio
Nació en 1984 en Los Toldos, provincia de Buenos Aires. Es profesor en artes visuales, carrera que estudió entre 2003 y 2008 en Junín (Instituto Xul Solar) y Pehuajó (Instituto Carlos Torrallardona). En 2010 decidió trasladarse a Buenos Aires para profundizar su formación. Fue seleccionado por la Universidad Torcuato Di Tella para realizar seguimiento de obra bajo la tutoría del artista Eduardo Stupía por dos años consecutivos. Continuó sus estudios trabajando junto artistas argentinos de reconocimiento internacional como Eduardo Hoffmann, Marta Minujín, Alicia Herrero, Fabián Burgos. Su obra fue elegida por el Salón de Artes Plásticas Manuel Belgrano (2013) y el Premio Federico Jorge Klemm (2016). Sus obras se desarrollan en una vuelta a la pintura y a sus elementos más esenciales, el óleo y el lienzo. Pinturas de gran formato, de marco recortado, gradientes interrumpidos por planos plenos y formas rescatadas de cuadros del Medioevo son algunos de los elementos que condensan su pintura. Sus formas intentan ingresar al territorio de la luz, estudian lo intermitente, su descomposición, el vacío, la memoria en el ojo.
Statement
La obra reflexiona y aborda la relación entre lo místico y lo sagrado. Se desarrolla en diferentes formatos, retomando el sentido tradicional de lo pictórico, desde sus elementos más esenciales, el óleo y el lienzo.
Su visualización opera a modo de un dispositivo, una superficie en potencia a la que no le ha llegado el momento aún, donde dentro está todo, dentro hay nada. Pinturas de planos plenos enuncian y delimitan la superficie y al mismo tiempo relativizan lo concreto de lo que se está viendo. El desarrollo de superficies en gradientes, donde la luz se funde en los bordes haciendo que la estructura se disuelva en la atmósfera y viceversa.
A través de la simpleza de determinados recursos plásticos, “lo mínimo” es premeditado con precisión, lo que está –lo que perdura- ha sido elegido: un pomo de color, un pomo blanco o una línea.
Las obras persiguen una temporalidad extraña, como si fueran la promesa de una imagen y no una imagen resuelta que pueda apreciarse.
Es un pacto de Fe lo que sostiene esta promesa, con la imagen que vendrá.
“Una noche mientras pintaba, se me vino de repente a la cabeza la imagen que me iba a conducir hacia una gran obra, no era sin embargo una imagen, sino algo así como el lugar perfectamente vacío en el que solo imagen, hálito, palabra, podrían eventualmente acaecer; es más ni siquiera era un lugar, sino por así decirlo, el paradero del lugar”
--Parafraseo sobre Agamben